Como soy reina y fui mendiga, ahora vivo en puro temblor de que me dejes, y te pregunto, pálida, a cada hora: “¿Estás conmigo aún? ¡Ay, no te alejes!”.
Quisiera hacer las marchas sonriendo y confiando ahora que has venido; pero hasta en el dormir estoy temiendo y pregunto entre sueños: “¿No te has ido?”.