En el pueblo de Canudos, el Consejero y Beatito estaban conversando acerca del imperio y la república cuando empezaron a sonar trompetas que indicaban la llegada del ejercito. En ese momento el Consejero:
Mandó a congregar a Canudos entero al templo.
Se arrodilló y se echó a rezar mientras Beatito salía por la puerta.